viernes, 23 de noviembre de 2007

Tres Canutos y una Escoba 2ª Parte

Bien aquí sigo contando la historia que lo paséis muy bien.

Entramos en el salón y Marcos se quedó mirándonos sin entender de donde había salido aquella chica, además, tan solo llevaba puesto un pantalón corto, y se miraba a si mismo pensando que no era forma de recibir a una visita.

- Es la chica que limpia nuestra escalera. - Le dije. - Por cierto, que aún no sé como te llamas. - Continué yo dirigiéndome a ella.

- Me llamo Lola. - Contestó.

- Bien, pues yo soy Víctor y este que ves medio desnudo en el sofá es Marcos. - Dije yo con una maliciosa sonrisa mirando a Marcos.

Durante unos instantes nos quedamos los tres en silencio, mirándonos unos a otros, y comprendiendo que Marcos aun no sabía de que iba la película dije:

- Ha tenido el detalle de darnos dos cigarrillos, y en compensación he decidido invitarla a probar el orujo de tu tierra

- ¡Ah! Perfecto. - Dijo Marcos. - Voy a preparar tres chupitos.

Marcos se fue a la cocina y yo le dije a la chica que tomara asiento. Dejó la escoba apoyada al lado de la puerta y se sentó en el centro del tresillo que tenemos frente a la mesita de cristal.

Mi compañero regresó con tres vasitos y la botella sin marca alguna de aguardiente, lleno los tres vasos y acto seguido nosotros dos empezamos a confeccionar los deseados canutos.

Mientras hacíamos esto entablamos una banal conversación entre los tres, donde le explicamos que éramos estudiantes de medicina en la universidad, que los dos proveníamos de otra provincia y que convivíamos en ese piso.

Acto seguido, empezamos a interrogar suavemente a la chica, que nos contó que estaba casada, y que ya llevaba bastante tiempo viniendo a limpiar nuestra portería. A todo esto, ya habíamos dado cuenta de los tres chupitos, y antes de encender los dos porretes que acabábamos de hacer, Marcos volvió a llenar los tres vasitos, preguntando a nuestra invitada que le parecía el orujo.

- Está muy bueno, es muy suave y entra muy bien.

Está claro que le gustaba el aguardiente de hierbas, pero más claro estaba que a Marcos le gustaba la chica, pues no dejaba de mirarle las piernas y la pequeña abertura que la bata dejaba entrever por encima de sus rodillas.

Yo encendí mi porro y vi que Marcos se quedaba con el suyo entre los dedos sin prenderle fuego. Mientras tanto seguía hablando con la chica y la animaba a que siguiera bebiendo. Los dos nos habíamos dado cuenta de que la chica no aguantaba mucho el alcohol, y la verdad es que aquel orujo era bastante fuerte en grados.

Empezamos a pasarnos el canuto entre Marcos y yo, al tiempo que mojábamos nuestros labios en el vaso de orujo, e incitábamos así a que la chica siguiera bebiendo. Acto seguido, Marcos le ofreció el porro, pero ella lo rechazó, repitiendo que no fumaba mas que tabaco.

Los dos insistimos en que probara un par de caladas, ya que además el tabaco que llevaba era suyo. El caso es que tras varias negativas, y casi acosándola nosotros para que lo probara viendo que el alcohol hacia los lógicos efectos en ella, accedió a pegarle un par de caladas.

Mientras fumaba, nos ocupábamos de mantener lleno su vaso. No habíamos planeado nada, pero tal como se iban desarrollando los acontecimientos, Tanto marcos como yo pensábamos que ahí había un posible polvo.

A la chica le estaba gustando el "costo" tanto como el orujo, y nosotros animábamos la escena haciéndola reír lo mas que podíamos. Sin dejar de ofrecerle orujo, Marcos encendió el segundo porro, y tras darle dos cortas caladas cada uno, se lo ofrecimos a la chica, que a esas alturas ya daba muestras de estar bajo los efectos de las dos drogas.

No dejaba de reírse diciendo que no sabia lo que se le había subido a la cabeza, si el "chocolate" o el orujo. En estas, Marcos ya había puesto la mano en su pierna, y la acariciaba poco a poca haciendo subir la bata de la chica hasta que casi podían verse sus bragas.

Ella, en el estado en que se encontraba, ni siquiera se lo recriminó. Se limitó a decirle sin poder parar de reírse:

- ¿Pero que haces? ¡Pues no me está metiendo mano!

En esos momentos, y viendo que Marcos tenía ya su mano a punto de rozar las bragas de la chica, yo empecé a acariciar su pecho derecho por encima de la bata, que es el que tenía mas cerca.

Tampoco a mí me recrimino la acción. Estaba recostada en el sofá, con la cabeza apoyada en el respaldo, en una mano el porro y en la otra el chupito, y no dejaba de reírse. Tenia las piernas un poco entreabiertas, lo que indicaba que Marcos le estaba acariciando el coño por encima de las bragas, y yo pasaba mi mano de una teta a la otra con la mayor impunidad.

Ella no ofrecía la mínima resistencia, simplemente seguía con sus risas y se dejaba hacer, estaba parcialmente borracha, hasta el punto que casi se quema los dedos cuando se consumió el ultimo porro.

Bien hasta aquí por hoy mañana os sigo contando lo que le hicimos.

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