jueves, 15 de noviembre de 2007

Apuesta a Ciegas 6ªParte

Como os dije ayer aquí esta el final de esta estupenda follada.

Durante un buen rato el negro continuo entretenido con ese juego, hasta que en un momento dado, libero mis agujeros de la brutal follada manual que tanto placer me estaba dando, y agarrándome por la cintura tiro hasta que mi pubis quedo apoyado en la punta del potro. Con mi coño y mi culo sobresaliendo unos centímetros por el extremo del curioso mueble, el “corneador” se situó con las piernas abiertas justo detrás de mi, y casi sin darme tiempo a que intuyera lo que se avecinaba, coloco la punta de su pene en la entrada de mi vajina y con otro golpe seco volvió a penetrarme hasta el fondo. De nuevo empezó a embestirme con fuerza, y me agarraba a la parte delantera del potro con las dos manos para aguantar las fuertes sacudidas que recibía, pero aquello había resultado ser un falso ataque, porque cuando comenzaba de nuevo a gemir de placer, el negro saco de golpe la polla de mi coño y apunto con ella a la entrada de mi culo. Apenas tuve tiempo de reaccionar. El negro cruzo sus grandes manos sobre mis posaderas, y al tiempo que me las habría hacia afuera comenzó a penetrarme por mi agujero trasero con fuerza mientras de su boca salía un fuerte gruñido de satisfacción. No me ocurría lo mismo a mi, que sentía como si me partieran el culo en dos a medida que aquella descomunal polla se iba introduciendo en mi interior. Ahora ni gemía ni jadeaba. Mis gritos eran elocuentemente de dolor. Pero el negro hizo caso omiso de mis quejidos y continuo empujando hasta que toda su verga quedo hundida en mi ano.

Mi novio, desde dentro de la jaula y meneándose la polla ya con la clara intención de correrse allí dentro, podía ver por entre las piernas del negro como mi culo se iba dilatando a causa de la fuerza que la tranca del negro hacia sobre él, y cuando la tubo toda dentro comenzó a darle con fuerza mientras me seguía sujetando por las nalgas para que no pudiera desplazarme hacia delante. Tras un par de minutos enculandola de ese modo, y no contento con los lastimeros y ahogados gritos que yo emitía, aquel bestia tubo la ocurrencia de agarrarme por el pelo y mantenerme así mi cabeza en una forzada postura hacia atrás, él seguía taladrándome el culo con todas sus fuerzas. Con esa visión ante mí novio, ya no pudo aguantar mas y noto como el semen le corría a lo largo del rabo. Se sentía como si hubiera sido liberado de un gran peso, y cuando volvió a levantar la vista vio que el negro sacaba su enorme polla de mi culo y agarrándome violentamente por un brazo me conducía de nuevo a la plataforma acolchada de la celda rectangular.

Una vez allí, me tumbo boca arriba y se coloco a la altura de mi cabeza con la polla totalmente tiesa. Yo instintivamente abrí las piernas y me llevo mi mano izquierda al coño con la intención de conseguir un último orgasmo a base de masturbarme mientras que el negro me situaba la verga entre los labios. No necesito más indicaciones por parte de mi amante de alquiler. Cachonda como estaba comencé a masajearme el clítoris con rapidez mientras que con mi mano libre comenzaba a sóbrale los huevos al negro, que ya me hundía su herramienta en la boca sin contemplaciones.

- Muy bien, rubia. Veo que vas aprendiendo, zorra - me decía el tío viendo que yo hacia sumisamente todo lo que él esperaba - No te la saques de la boca, que vas a probar la leche de África.

Tras apenas una docena de incursiones del rabo del negro en mi boca, este comenzó a machacársela con fuerza sobre mi cara, que sacaba mi lengua e intentaba seguir con poco éxito aquel desbocado miembro que se agitaba ante mis narices. Unos segundos mas tarde, su polla comenzaba a escupir gruesos borbotones de semen sobre mi cara y mis labios, que buscaban desesperadamente con mi lengua la punta de aquel capullo mientras con mi mano libre me provocaba el enésimo orgasmo a base de frotarla contra mi clítoris. El negro tenia experiencia y buena puntería en lo que se refiere al sexo oral, ya que la mayoría de su semen fue a parar a mi boca, que lo saboreaba complacida y satisfecha. El rabo del negro comenzó a disminuir de tamaño mientras aun me lo restregaba por la cara, y esa escena estaba provocándole a mi novio otra erección. Pero de repente, cuando yo yacía aun relamiéndome los labios con la lengua y recuperaba la normalidad de mi respiración, el negro se aparto de mi y sin dedicarnos una sola palabra desapareció por donde había venido. Mi novio permanecía en la jaula como un tonto agarrado a los barrotes hasta que unos minutos mas tarde me levanto y andando con dificultad me dirigió hacia donde estaba. Recogó de la superficie del sofá mi pequeño tanga y me limpio con el los restos de semen que aun impregnaban mi cara. Luego tomo del ganchito de la pared las llaves del candado y me dispongo a liberarle de su encierro.

- Que bestia de tío, como me ha dado por culo, casi no puedo andar - le digo mientras hacia girar la llave del candado y le abría la puerta para que saliera - Pero ha sido una pasada de polvo. Y por lo que veo, tu tampoco te lo has pasado mal - concluyo viendo los restos de su corrida en el suelo delante de la jaula.

Nos vestimos y salimos de allí sin observar el menor rastro de donde se había metido el potente negro. Durante el trayecto de vuelta a casa apenas cruzamos dos palabras cuando despego mis labios para dirigirle un tímido:

- ¿Qué te ha parecido? - y me mantengo expectante mientras él pensaba en la respuesta.

- Ha sido una maravilla, aun tengo la polla dura solo de recordarlo - me contesto con una sonrisa y acariciándome la mano - Creo que no tardaremos mucho en repetir esta fantasía, aunque quizás con alguna ligera variante.

Esa noche pasamos horas y horas haciendo el amor mientras recordábamos los acontecimientos de la tarde.

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