jueves, 22 de noviembre de 2007

Tres Canutos y una Escoba 1ª Parte

Se llamo Víctor y es estudiante. Vive en un coqueto piso alquilado en el centro de la ciudad, este piso lo comparte con Marcos, que también es estudiante y sobre todo amigo. Así les es más fácil costear los gastos.

Bueno a partir de ahora os lo contare como si fuese él el que os la contara espero que os guste.

Lo que os quiero relatar ocurrió un viernes hacia el medio día, tras una noche en la que yo y Marcos habíamos estado de copas por el centro, en la que tras deambular por muchos bares y pubs, habíamos cogido una cogorcilla de tres pares de pelotas pero no nos habíamos comido un rosco.

Marcos sugirió entonces que como aperitivo podríamos tomarnos unos cupitos de un excelente orujo de hierbas que había traído de su tierra y que lo acompañáramos fumando un par de canutos para "animar el alma".

Accedí a sus sugerencias, y al ir a preparar los deseados porros nos encontramos con que ninguno de los dos tenia tabaco rubio, ya que normalmente, paradojas de la vida, los dos fumábamos tabaco negro.

Marcos ya estaba apoltronado en el sofá con la tele encendida. - Pues yo ya pongo el chocolate - me dijo para darme a entender que el no iba a bajar a comprar tabaco.

Así que asintiendo con la cabeza, me puse un chándal y me dispuse a ir a comprar el tabaco y aprovechar para tomarme un café con leche en el bar.

Pasé despacio por su lado y le di los buenos días. Debía de tener unos treinta años, morena, con media melena que le llegaba apenas a los hombros, delgada y bastante guapa.

No se por que, cuando ya estaba alcanzando la acera, me di repentinamente la vuelta y me dirigí a ella:

- Perdona, ¿No tendrás un cigarrillo rubio? Por favor.

La chica se quito los auriculares de un Walkman que llevaba puesto y me dijo:

- Perdón, ¿Cómo dices?

Le repetí la pregunta y ella saco un paquete del bolsillo y se dispuso a entregármelo con una sonrisa en los labios.

Llevaba una bata de trabajo de color azul abotonada por la parte delantera, y en un bolsillo que tenia a la altura de su pecho izquierdo podía leerse el nombre de una empresa de limpieza. Caí en la cuenta de que la chica, o más bien señora, puesto que era mayor que yo, no estaba nada mal.

No se que es lo que me hizo intentar seguir la conversación, quizás la calentura de no haberme comido nada la noche anterior, el caso es que decidí probar el grado de su generosidad:

- ¿Seria mucho pedirte que me dieras otro? Veras, es que estoy con un amigo y queremos liarnos unos canutos. ¿sabes?

Me miro sin modificar un milímetro la sonrisa de su cara, saco otro cigarrillo del paquete y me lo ofreció. Al cogerlo, y sin ni yo mismo saber a donde quería ir a parar le dije:

- Si quieres, puedes subir y te invitamos a unas caladas.

- Yo no fumo esas cosas. - Contesto sin dejar de sonreír.

- Bueno, pues no fumes si no quieres. Pero si te apetece, también tenemos un orujo de hierbas casero que esta buenísimo, un chupito si que te lo puedes tomar, en compensación al tabaco que te hemos "gorreado".

Se quedo pensativa unos instantes y sonrió mas profundamente en silencio, y cuando yo pensaba que se iba a dar la vuelta y marcharse dejándome a mí con un palmo de narices, contestó:

- Bueno, un chupito si que me lo tomaría.

Nos metimos los dos en el ascensor con escoba y todo, y mientras subíamos intente seguir con la conversación:

- Nunca te había visto antes en esta escalera.

- Pues vengo dos veces a la semana. - Me contestó.

- Bueno, claro, es que nosotros nunca estamos por las mañanas. Somos estudiantes, lo que pasa es que hoy hemos hecho campana.

Llegamos al rellano y me dispuse a abrir la puerta. Le indique con un gesto que entrara y ella esperó en el recibidor a que yo cerrase la puerta. En esos momentos se escuchaba la voz de Marcos desde el salón:

- ¡Joder, Víctor! Si que as corrido, aun no he preparado el orujo.

- Pues prepara tres chupitos, por que tenemos una invitada.

- Contesté yo cuando el aún no podía vernos.

Bien mañana mas para que no os sea muy pesado el leer.

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