viernes, 9 de noviembre de 2007

En el Piso de Soltero 2ª Parte

Bien aquí sigue esta maravillosa historia espero que disfrutéis tanto como yo.

El otro chico se había puesto a grabar el polvo que su amigo y yo estábamos echando, pero se ve que no pudo resistir la excitación y me embistió por detrás.

Esto si que era nuevo. Me estaban penetrando dos penes. En ese momento no me hubiera importado que un tercero me la metiera por la boca.

Sudaba tanto que no tuvo ningún problema para metérmela por el culo hasta que sus huevos empezaron a dar palmetazos. Tardó poco, en unos diez minutos mi culo estaba lleno de leche calentita. Era una mezcla de dolor y placer. La leche me quemaba por dentro pero a la vez me ponía a cien. Mientras que él se corría yo tenía otro orgasmo. Mis gritos y mis jadeos hicieron que el que me la metía por delante, debajo mía, se corriera también.

Como por puro instinto, tras el polvo, me tiré a comérsela; le quité el condón y me metí esa erecta verga en la boca. Aunque se la limpié no tardó en volver a llenarse de leche, esta vez, en mi boquita. La leche calentita me chorreaba desde la boca a toda la cara.

El chico con su mamada recién hecha se fue de la habitación, supongo que al baño, y el otro entonces me dijo que ahora le tocaba meterla a él. Yo ya estaba exhausta, pero aún cachonda, así que me tumbé en la cama y se puso encima a echarme otro polvo. Aguantó bastante más que cuando se había corrido en mi culo. Yo me corrí antes y viendo que el seguía con el mete-saca, así ya más de veinte minutos, le dije que la sacara y lo masturbé. Su leche cayó sobre mis tetas y me la restregué.

No se si quería ponerlos más cachondos, pero ya actuaba por puro instinto animal. Me quedé en la cama, sudada como una perra y llena de leche. Me estaba bajando un poco la excitación, pero no me dio tiempo, sin darme cuenta uno de ellos había entrado en la habitación y estaba lamiéndome la vajina. Esta no tardó en empaparse de nuevo así que otra vez me puse a su merced.

Me ataron al cuello un cinturón, y me obligaron de nuevo a ponerme a cuatro patas. Me llamaban perra y puta y tiraban de mí hasta el cuarto de baño.

Como estaba tan cansada iba como a rastras. Cuando llegamos allí me metieron en una de esas duchas que no tienen pié y ataron la otra parte de la correa al toallero.

Aquello empezaba a parecer una violación, me hice esa idea y eso me puso muy cachonda. Apoyé la espalda sobre la pared, me abrí de piernas (estaba sentada y atada) y les dije que era suya.

Comenzaron a masturbarse los dos hasta que se corrieron. Ahora sí que estaba completamente llena de leche. La de antes se había secado y ahora por encima pasaba la nueva, ardiendo y bañándome entera. Mi cara, mi pelo, mi boca... todo era blanco.

Yo mientras se corrían abría la boca y me metía los dedos en la vajina. Para terminar mearon encima mía. Es lo que creo se llama la lluvia dorada. Nunca lo había hecho y ni se me habría ocurrido, pero en ese estado aceptaba a todo, además, atada e inmersa en mi fantasía de violación, no podía hacer otra cosa.

Me desabrocharon el cinturón y caí rendida al suelo de la ducha. Me echaron algunas fotos con los móviles y me escupieron y llamaron puta.

Luego abrieron la llave del agua y me dijeron que me podía duchar, que iba echa una cerda, que es lo que era. Después de la ducha recogí mis cosas y me fui a casa, eran las tres de la madrugada lo menos. A ellos no los he vuelto a ver, pero si he vuelto a quedar con varios chicos, pero eso ya es otra historia.

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