martes, 13 de noviembre de 2007

Apuesta a Ciegas 4ªParte

Ahora os voy a contar todo lo que hice son ese pedazo de polla negra y mi novio mirando.

El negro se acomodo en el sofá y yo a su derecha, dándole la espalda a mi novio pero en una posición en la que él podía observar casi todo lo que ocurría, y tras un escueto y ronco “Cuando quieras, zorrita” que el negro pronuncio intencionadamente para que él lo escuchara, le agarre la enorme polla y comencé a pajearlo con suavidad.

Agache la cabeza y abriendo mi boca sin ningún remilgo comencé a chupársela sin prisas. Mi novio miraba como yo chupaba y chupaba sin ningún pudor y vio q una mano del negro se puso en mi nunca para acompañar mis movimientos, y con la otra mano empezo a meterla por debajo de mi minifalda buscando mi vajina.

Mi novio volvía a estar con su verga en posición de guerra viendo como aquel larguirucho negro buscaba mi sexo bajo mis ropas. En ese momento, yo levanto la cabeza y le miro con una cara de lujuria que pocas veces había visto en mí. Acto seguido, me coloco frente al sofá donde seguía sentado el negro y sin dejar de mirarle a los ojos solté el enganche de mi corta falda y esta cayo por mis muslos hasta mis pies. Luego cojo mi tanga y empiezo a deslizarlo hasta mis pies mientras miraba fijamente a mi novio, el cual no se podía imaginar el striptis que le estaba propinando a mi amante. Me quedo un momento con las piernas abiertas ante mi amante por aquella tarde, cubierta únicamente con la blusa, mostrándole mi coño totalmente depilado en una actitud que la más profesional de las zorras no hubiera conseguido igualar.

Me quedo unos segundos observando la enorme polla del negro y a continuación me coloco en cuclillas entre las piernas de este. Luego, con una inconfundible expresión de deseo, agarro con las dos manos aquella descomunal verga y comienzo de nuevo a chuparla como si en ello me fuera la vida. Esta vez, desde su forzado encierro podía ver como mi boca tenia serios problemas en abarcar aquel glande, ya que nos encontrábamos justo de frente. Pero yo era una experta mamadora, como se lo había demostrado en incontables ocasiones, y poco a poco, encontré la forma de tragarme el brutal rabo del negro mientras que de vez en cuando levantaba la vista para comprobar que él seguía el desarrollo de la escena con atención. Pasados unos minutos, con la polla de Alex brillando a causa de la ensalibación que le daba, este comenzó a acompañar con movimientos de caderas a las largas chupadas que le propinaba, y mi novio ya se agarraba el nabo con fuerza viendo como me la hundía completamente en la boca mientras se la agarraba por la base con una mano mientras le masajeaba los huevos con la otra.

Poco después, la mamada era tan intensa que en ocasiones daba la impresión de que me sobrevenían un principio de arcadas, debido sin duda a que los movimientos de las caderas del negro hacían que su polla llegara hasta la garganta, aunque seguía chupando con las mismas ansias o más que al principio. Fue entonces cuando el negro me detuvo poniéndome una mano en la frente le dijo:

- Ha llegado el momento de que pruebes una polla de verdad, así que prepárate para meterte este pedazo de carne en el coño, putita - y tomándome de la barbilla me hizo ponerme en pie de nuevo.

Durante unos segundos volvimos a cruzar una mirada rápida y descubrí a mi novio meneándose suavemente la polla. Empezaba a dedicarle una sonrisa cómplice cuando el negro me tomo de la cintura y me coloco de espaldas a él, mientras él permanecía un momento contemplando mi apetecible culo. Entonces entreabrí de nuevo un poco las piernas y gire la cabeza para seguir observando su masturbación, y justo en el momento en que nuestras miradas se encontraban, el negro volvió a meter su mano de dedos largos entre mis piernas y comenzó a frotarme con suavidad los labios vaginales. Sin volver la cabeza, dejo escapar un leve gemido y no pudo evitar el cerrar un momento los ojos mientras su lengua recorría libinidosamente mis labios, a causa del placer que sentía al tomar contacto mi clítoris con los expertos dedos del negro que seguían moviéndose entre mis piernas. El negrazo que me ayudaba a ponerle los cuernos debió de considerar que mi coño estaba suficientemente mojado para clavarme su enorme herramienta, porque en seguida me tomo de la cintura y de una forma un tanto brusca me hizo sentarme sobre él haciendo que soltara un largo grito de placer que crecía en intensidad a medida que mi vajina se llenaba con la gruesa “coca cola de dos litros” del negro.

Luego, sin darme apenas tiempo de que mi cueva se amoldara a las medidas de la tranca que me penetraba, el negro me agarro por las caderas y comenzó a moverla hacia arriba y hacia abajo en lo que tras unos segundos acabo convirtiéndose en una salvaje follada. Mi novio nos contemplaba con la polla totalmente tiesa.

- Aaaahhh... Siii... Dios... Cabrooonnn... Mas despacio, hijo de puta... No me des tan fuerte... Que me estas destrozando el coño - le decía entre grito y grito, pero en un tono nada autoritario y que mas bien indicaba todo lo contrario - Joder... Quien tuviera una polla así todos los días en casa. Siii...

A todo esto, las manos del negro no permanecían ociosas. Mientras una de ellas seguía acompañando las caderas en las fuertes embestidas, la otra iba alternando entre mi coño y mis tetas, y en cada sitio se demoraba unos segundos palpando mis senos con rudeza, o bien frotándome frenéticamente el clítoris. Así continuamos durante varios minutos en los que mi novio no deje de pajearse su humilde verga en comparación con la que calzaba el negro. Hasta que en un momento dado, el tío detuvo sus fuertes movimientos he hizo que dejara de cabalgarlo para luego hacerme levantar del sofá tomándome por un brazo.

- Vamos, guarra, que ahora vas a saber lo que es echar un buen polvo - me decía el tipo mientras me conducía a la jaula que estaba acolchada de cuero por encima - Veras como al cabron de tu novio le empiezan a asomar los cuernos por entre los barrotes.

Con la misma rudeza con la que había actuado hasta el momento, me tumbo sobre el cuero que cubría el techo de la celda rectangular y agarrándome por las pantorrillas me separo mis piernas al máximo. Luego, sin pronunciar una sola palabra, se subió de rodillas a la jaula y agarrándose la enorme polla con una mano, coloco la punta de esta en la entrada de mi coño, y con un violento golpe de las caderas me la volvió a hundir profundamente en mi interior. Enfrascados en esa nueva posición, desde su jaula particular apenas podía verme, sin embargo, el alarido que emití al ser penetrada de forma tan brusca por el negro hizo a mi novio imaginarse mi cara de placer.

Bien hasta aquí os cuento hoy mañana os seguiré contando como me follaba el negro

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