sábado, 1 de diciembre de 2007

Mil Caricias 1ªParte

Con las primeras notas de la música en la radio, en la oscuridad, sus manos comienzan a quitarme el vestido. Mi respiración se acelera. Luego mi vestido negro resbala desde mis hombros, descubriendo mi piel a la tenue luz que penetra por la ventana.

Su mano agarra mi breve cintura. Acerco sus labios a mi cuello, lentamente, hasta acariciarlo, para dejar escapar junto a mi oído una bocanada de aliento, casi un susurro. Entonces mi espalda se levanta como la de una gata en celo, y mis pezones se agrandan y endurecen desafiando, tal vez, el sonido que sigue saliendo de la radio. Muy despacio su mano hace recuento de mis costillas, una por una, hasta alcanzar mis pechos, duros. Los acaricia suavemente, recreándose en sus formas, su mano se tensa sobre ellos reprimiendo las ganas de estrujarlos, juguetea con mis pezones.

Su mano, ¡que puñetera!, se coloca en mi cadera, tibia y suave, como tú, y comienza a bajar, hasta agarrar bien mi culo, para apretarme contra el tuyo, fuertemente. Mi boca se tensa, loca por morder. Pero en lugar de hacerlo busco la tuya, acariciándola con las yemas de mis dedos, recorriendo tu cara, deseando tus labios y hundiendo la nariz entre tu pelo.

Comienzo a besar tu cuello, a humedecerlo con mis labios, a morderlo, deleitándome en lo que más me gusta, el sonido acelerado de tu respiración. Y dejo pasar mi lengua por tu espalda, saboreando tu piel, sintiendo su suavidad, sintiendo..., siempre sintiendo, sintiendo como tú también sientes. Pone las palmas de sus manos sobre mi vientre, y comienza a jugar con el borde de mis bragas. Se recrea tanto en mi, que casi se olvida de la firmeza y sensualidad con la que mis manos se deslizan por sus testículos, del calor de mi espalda mientras la restriego, borracha de placer, contra su pecho, de mis labios mordisqueando el lóbulo de su oreja... y sus dedos se empiezan a enredar entre el pelo de mi coño.

Los imaginas algo más abajo, y eso me hace estremecer, y aprieto el culo con más fuerza contra su polla, que grita por verse ya al calor de mi piel. Pero todavía quiero seguir gozando del tacto de tu cuerpo, al arrullo de la música. Así que bajo por tu pubis por el que una humedad salada comienza a deslizarse hasta mis manos. Acaricio tus muslos, firmes, duros, brillantes con la tenue luz. Acaricio tu culo, paso mis dedos por tu ano, vuelvo a tus muslos, esta vez con intención, poniendo la mano en la humedad y en el calor con que me la aprisionas. Bajo mi cabeza a tu vientre y arranco con furia, con ira tus bragas. Ahora vamos a dejar que nos abrase la pasión, ahora vamos a explotar tú y yo, mientras la música, en la radio, sigue sonando.

Poco a poco, separo los pliegues de tu vajina con mi lengua para comenzar a recorrer el interior de tu coño; tus fluidos empapan mi rostro. Mi lengua explora a fondo tu sexo, llega hasta tu clítoris y mis labios lo rodean con delicadeza mientras introduzco mis dedos por tu coño. Sudorosa y excitada levantas tu pubis para poder obtener mayor placer. Por fin notas como se acerca el clímax, sí, en un momento todos tus músculos estallan para que en un instante liberes toda tu carga dejándote en un estado de total relajación. Tu mano busca mi pene, con suavidad lo coges. Rozas las yemas de tus dedos en su piel, y sientes las rugosidades que destacan en ella.

Tus dedos se deslizan hacia abajo y con delicadeza vas bajando su piel poco a poco, descubriendo su interior. Acompañas esa lenta bajada de su piel con tus dos dedos, y descubres todo lo que escondía esa piel. Mientras aprietas con fuerza en su base para que no se te escape. Observas como las gotas chorrean lentamente, y ese fluido viscoso va escurriendo por toda su longitud hasta caer en tus manos.

Te das la vuelta, abres mis piernas, te arrodillas y metes tu cabeza entre ellas. Acercas tu boca a la punta y entresacas tu ávida lengua buscando su dulce sabor. Tu lengua pasa por toda la superficie, rehumedeciendo mi humedad, y saboreando esos sabores. Lo metes en tu boca, y sientes las fascinación de tenerla en ella, de chuparlo con tu lengua. Y das pequeños mordisquitos... como queriendo disfrutar al máximo de esa experiencia. Colocas tus dientes semiabiertos y das tu primer mordisco para después continuar lamiendo su glande.

Mientras, con mis dedos juego suavemente con tu clítoris. La excitación se respira. Estás totalmente mojada de nuevo y antes de que yo pueda pensarlo ya estas allí con toda mi polla metida en tu jugosa boca, dándome una monumental mamada, y mientras tanto, en la radio, sigue sonando esa música que tanto te gusta. Te aprieto contra mi cuerpo y sujetando tu cintura poso mis labios en los tuyos. Intento separarme de tu boca, pero vuelves a apretar tu cuerpo contra el mío y sigues besándome. Aquello se convierte en un prolongado y ardiente besazo que yo no rechazo, más bien todo lo contrario. Pongo mis manos sobre tus hombros, abrimos nuestras bocas y empezamos a "juguetear" con ellas mordiéndonos con los labios en un beso más que frenético.

Mañana más y no os lo perdáis.

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