sábado, 22 de diciembre de 2007

El Coño de mi Amiga Para Desayunar 1ª Parte

A ojos de todo el mundo que nos conoce somos simplemente unas buenas amigas, inseparables. Realmente, a parte de eso también somos amantes desde unos meses. Que vayamos siempre juntas no es nada extraño y eso es una gran ventaja a la hora de dormir juntas y en consecuencia, disfrutar del sexo entre nosotras. Esto que voy a contar ocurrió hace tan solo una semana.

Era domingo y en su casa no había nadie puesto que habían salido todos de fin de semana. Llegué un poco antes de la hora prevista (ya que habíamos quedado con más gente) solo para despertarla en persona. Así que le llame al timbre y subí hasta su casa. Tenía cara de dormida, pues era relativamente pronto. Por supuesto me recibió en pijama y cuando abrió la puerta se fue directa a tumbarse otra vez a la cama, pero eso si, con una amplia sonrisa en la boca al ver que era yo y que había ido a despertarla.

Al verla así, acostada sobre la cama y prácticamente indefensa debido al sueño, no pude resistirme y la empecé a besar. Llevaba un pijama que solamente constaba de unos pantalones muy cortos y una camiseta de tirantes que dejaba entrever todo, ya que no llevaba ropa interior. Con los besos ya no pude parar, necesitaba seguir puesto que tenía ganas de ella. Así que le subí la camiseta y admirar sus maravillosas tetas. Tenia una talla 100 de pecho, claramente eran grandes. Sus pezones son redondos, rosados y muy proporcionados. Chupar esas maravillas es algo que me tiene enganchada. Es verlos y no poder aguantar el cojerlas con las dos manos, manosearlas, lamerlas, besarlas, comérmelas enteras y pellizcar sus pezones.

El ambiente iba subiendo de temperatura y ya no había marcha atrás. Ella sabia que cuando yo empezaba así no tenía ninguna intención de parar para nada, simplemente se limitaba a estar tumbada en la cama disfrutando de la situación. Le quite la camiseta y seguí ocupándome de su boca y su pecho. Pero al momento le quite también los pantalones, quedado desnuda ante mí. Era una imagen espectacular. Cada vez que veía a mi amiga así es que me volvía loca. Solo con eso yo ya me llegaba a poner pero que muy cachonda.

Empecé a jugar con su clítoris con un dedo, a repasar los labios y a enredarme por su escaso bello puvico. Mi boca estaba con la suya pero rápidamente empecé a bajar de forma que le lamí y bese todo el cuerpo, empezando del cuello y acabando en los pies. Su cara ya era de desespero, estaba haciéndome de rogar demasiado y me amenazaba con su mirada para que me centrase ya en su humedad vaginal. Por ello no lo dudé y puse mi cara entre sus piernas. Primero empecé con la lengua a acariciar suavemente la zona y con los dedos a jugar un poco. Me encanta el sabor que tiene en esos momentos, dulzon, muy suyo; y también verlo, pues lo lleva depilado como a mí me gusta, solo un poquitín de pelo que hace que sea una vista muy erótica.

A los pocos segundos yo tampoco podía aguantarme más, así que metí toda mi lengua en su húmeda cuevecita y a lamer como una loca para quedarme con todos sus jugos. Con las manos le tocaba las tetas y los pezones totalmente duros por la situación. No pensaba despegar mi cara de ahí hasta que no se corriese. Se la lamí toda entera, jugué con mis dientes con su clítoris, me recorrí cada centímetro de su concha a lengüetazos.

Hubo momentos donde mi lengua se perdía dentro de ella y era justo entonces cuando no podía reprimir los gemidos ni los espasmos, pues no paraba de mover las caderas. Me gustaba oír cada sonido que hacia en nuestros encuentros sexuales. Durante unos minutos estuve comiéndome todos sus jugos y saboreándolos, mis manos no paraban y mi lengua cada vez se movía más rápidamente. Iba a acabar con ella sin usar ningún dedo, solo con mi boca y mi lengua. Y ese momento no tardó en llegar. Su respiración se acelero mucho, sus gritos aumentaron su frecuencia aunque tuvieron que disminuir su intensidad por los vecinos. Sus caderas subían y bajaban de manera frenética. Yo tenia que hacer verdaderos esfuerzos por que mi boca no se despegase de su coñito en ese momento que tanto me gusta y con tantas ansias esperaba, el momento de correrse.

Bien hasta aquí por hoy mañana os termino de contar.

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