miércoles, 5 de diciembre de 2007

El Regalo de Cumpleaños 2ª Parte

Aquí continuo os contare como me las ingenio para darle el regalo.

No sabía como conseguir que Matilde se prestara a este juego, pero lo que sí tenía claro es que tenía que ser ella, se pondrían tan cachondos que a lo mejor hasta yo me permitía una remojada entre los dos. Estuve unos días pensando como abordar a Matilde y la ocasión surgió cuando mi suegro llamo para pasar el fin de semana en casa, yo le convencí para que fuéramos nosotros, tendría que ir yo sola ya que Roberto se iba el viernes a buen aire a ver un partido de fútbol.

Cuando llegue me recibió Matilde y me acomodo en la misma habitación que tuvo el desliz. La abracé con delicadeza y le susurre al oído que teníamos que hablar. No creo que pensara que sabía lo de esta habitación. Cuando se fue le dije.

- Esta habitación es encantadora, guiñándole el ojo. Entonces entendió el mensaje. Se giro sorprendida. No te preocupes querida todo esta en orden ya hablaremos.

- Cuando te venga bien, replico un poco desconcertada, tenemos todo el fin de semana, ahora descansa. Ya hablaremos esta noche.

- O.k. Mate. A que hora es la cena?

- Ocho y media a nueve. Descansa un poco.

- Ciao Mati.

Estaba segura de que pensaba que estaba enojada por el asunto. Poco se imaginaba lo que le esperaba. Si fuera necesario le haría chantaje emocional. Me quede observando la habitación y pensando lo que había ocurrido en ella tiempo atrás. De todas formas Mati tendría que contarme lo que realmente paso. Por la noche después de la cena y la consabida tertulia familiar me dirigí a Mati.

- Mati querida, me acompañas, tengo que enseñarte unas cositas que he comprado y me gustaría que me las vieras.

- Id a contaros cosas de trapitos yo me quedo viendo esta peli con Robertito antes de ir al cine. Indicó el padre de Roberto.

- Nos llevamos algo para beber? Agregó Mati algo trastornada.

- Perfecto querida. Asentí. La cogí del brazo y nos fuimos hacia la habitación. Una vez dentro sin darle tiempo a respirar le relate la historia que me había contado Roberto omitiendo algunos detalles.

- No te preocupes querida solo te pido dos cosas.

- No sabes como lo siento, dijo compungida.

- Tranquilízate y escúchame con atención, En primer lugar te diré que no estoy enojada que gracias a ti tuvimos unas noches llenas lujuria. Sus ojos estaban fuera de si. No sabía como reaccionar, si llorar o reír. Le ofrecí mi baso medio lleno de ginebra con un poco de lima. Bebe y tranquilízate. Le dije acariciándola en los hombros. Se aquieto después de unos buenos tragos. - Ahora tienes que contarme todo lo que ocurrió.

- Que te propones? Que quieres que te cuente? Que tuvimos un desliz?.

- Ya te he dicho que no estoy enojada ni contigo ni con el.

Tomó otra ingestión de ginebra y empezó el relato. El alcohol empezaba hacer efecto se la veía acalorada. No sabía como empezar el relato, Así que la ayude diciéndole que todo empezó en el baile cuando noto el bulto de la entrepierna de Roberto. Se seco el sudor y comenzó su versión. Este día, no me preguntes porque estaba echando chispas, ya me entiendes, nada me había salido bien. Tenía que tener un acompañante y me dejo plantada el día anterior y otras cosas fueron sumando. Así que cuando Roberto me cogió del brazo para bailar sentí un escalofrió y me dije que algo tenia que ocurrir por lo que deje llevar.

- Toma otro sorbo te aligerara las ideas.

- No hace falta querida las tengo clarísimas. Prosiguió. Cuándo me cogió y me atrajo hacia el enseguida note el bulto de la entre pierna, Disculpa, Tu sabes lo que son siete años de sin un miserable polvo? Me he masturbado tanto que tengo llagas en los dedos.

- Te comprendo pero continúa por favor.

- La mente se me nublo perdí el control de la realidad y Roberto no era Roberto. Era una fantasía retenida en mi cuerpo durante muchos años. Lo atraje con fuerza hacia mí, le mire a los ojos y le dije que si con un movimiento de cabeza y que le esperaba en la habitación. Me dirigí a la habitación y al poco rato llego él. La habitación tenía la luz apagada.

- Aunque no lo creas sentía mucha vergüenza quería volver atrás y olvidarlo todo pero la locura se apodero de mi todo mi cuerpo ardía y tenia el coño chorreando.

- Que estabas cachonda como una gata en celo. Le dije con espontaneidad.

- No te puedes imaginar cuanto. Asintió.

Mañana os sigo contando la corrida de Mati.

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