viernes, 1 de febrero de 2008

Tres en Una Cancha 2ª Parte

Aquí continuo con este partido no os lo perdáis.

Por favor... pero mis manos no llegan hasta él y en mi boca penetra una lengua dulce y solícita que silencia mis no pronunciados ruegos; Carlos, aunque no puedo verle el rostro, sólo su cuello, y sentir el calor de su pecho y un aroma profundo, fuerte, que me hipnotiza. Me asía con tanta firmeza, rodeándome por debajo de los brazos, que apenas si puedo moverlos. Otras manos, más nerviosas, me acarician por encima del sujetador e intentan infiltrarse con torpeza. Libérame, Carlos, para que pueda enseñarle. Ah, Jordi, eras hábil con la bola pero éstas dos más pequeñas y frágiles pueden contigo. Al final consigue desabrocharlo, arañándome un poco la espalda, y se abalanza sobre sus temblorosas presas para devorarlas. Está hambriento, tal vez lleve horas hambriento, tal vez exija ser el primero... Y entonces recuerdo que soy sólo una ninfa, una ninfa de agua, entre tres titanes que podrían romperme.

Es un poco tarde para las reflexiones inteligentes. La mano hábil y algo cruel estrangula la mullida carne de un sexo no menos hambriento, lo amasa, se divierte dándole nuevas formas, abriéndolo, frotándolo... y finalmente se decide a honrarlo entrando en su interior. La mano menos diestra, envidiosa, se acerca acechando y se queda quieta estratégicamente en el monte de Venus esperando su momento pero la paciencia no es su fuerte y se hace con la primera base a un descuido de la otra.

Chicos, por favor... si la cosa va de béisbol no aguantaré ni una carrera. Les da lo mismo si me vengo una como si me vengo cien, no me dejarán hasta quedar satisfechos. A estas alturas ya les reconozco por el tacto. Rafa es el conocimiento, el control de la situación, sabe cómo y dónde apretar. Sus dedos, dos, creo, me perforan con ritmo, al ritmo de una tonada que casi puedo escuchar en mi cabeza. Jordi, en cambio, es impetuoso e irracional, totalmente salvaje y no respeta los turnos. Intenta penetrarme mientras todavía está su compañero, me hace daño, pero Rafa le permite el asalto y llega el caos a mi interior. Carlos es el ángel, tierno y bondadoso. Me consta que es el más fuerte de los tres y aún así sus manos de terciopelo parecen volar sobre mi piel. El niño grande quiere más pero el capitán parece no estar de acuerdo, después de todo tiene que quedar para todos y es importante no romperme antes de hora. Salen de mi. Rafa desliza entre mis piernas la tira de tela enrollada, mojada y rota, la huele profundamente con los ojos cerrados como queriendo embriagarse, y me eleva la cadera hasta la altura de su boca.

Carlos, bien sincronizado, me sujeta por los hombros arrodillándose y me acompaña con suavidad a la postura de boca abajo. Ahora soy Batgirl en el más difícil todavía. La sangre desciende a la cabeza. Si me soltaran ahora, me estrellaría contra el suelo porque no siento los miembros, sólo el sexo hinchado rendido a los ávidos labios de Rafa. Mi vientre vibra, palpita ansioso... Viene a sumarse otra boca, de nuevo el desorden, pero Jordi quiere pago a sus servicios y ya se está bajando el short y me fustiga nervioso con un órgano no menos titánico que él. No puedo. Carlos me ayuda a metérmelo en la boca y guía mi cabeza. Carlos, Carlos... a mi lo que me gustaría es chupártela a ti.

No soy santa, aunque temo convertirme en mártir del placer, no sé hacer milagros y es imposible que ese gran falo palpitante me quepa entero en la boca. Recurro a las manos, ahora que me he acostumbrado a esta postura del mundo al revés, y a mi lengua juguetona pero Jordi no está conforme e intenta agarrarme la cabeza para utilizarme a su antojo. Carlos le aparta de un manotazo. El atento Carlos cuidará de mi. El caprichoso se venga de mis limitaciones con la violencia de su lengua, que se contrarresta con la elegancia de la de Rafa. No los veo pero me los imagino compartiéndome, lengua con lengua, y eso me excita hasta el límite.

Intento pensar en otra cosa, en la subida del Euribor... Sube... Sube... Respiro, intento aguantar... Rafa viene, Rafa va, gira y se mete por dentro. Y a mi me acaba de matar. Estallo como estalla una fuente, a borbotones. Jordi se asusta pero Rafa no cede, me saborea, me bebe sediento, me exprime. Ha sido tan fuerte que siento pinchazos en el vientre. Necesito descansar, quiero pedir un tiempo muerto pero he vuelto a olvidar donde tengo las manos. Tampoco me lo concederían. Rafa estaba esperando este momento para entregarme al desenfreno de Jordi.

Con cuidado, invierte mi cadera. Jordi me toma de los muslos y los lleva hacia él. Carlos me aguanta de las axilas, como si fuera una niña, y me ayuda a dar esta voltereta en el aire. Todavía arrodillado, me besa para tranquilizarme, habrá visto el miedo en mis ojos. Por fin te tengo al alcance, Carlos. Le levanto la camiseta, extiendo mis palmas por toda la meseta de su pecho. Su piel quema, su corazón late con fuerza... Y entonces algo se rompe. ¡Ah! Me agarro a sus brazos de hierro, le clavo las uñas, él aguanta igual que lo hago yo. Sabía que meterme a Jordi entre las piernas no iba a ser tarea fácil y aún suerte que su entrenador le controla, de lo contrario me hubiera desgarrado. Me consuela creer que es sólo el principio, que luego será más fácil. Lo noto adentrándose, llenándome por completo, ensanchándome a su conveniencia. No puedo, quiero quitármelo de encima pero esta vez Carlos no interviene, sólo me sirve de consuelo. Se hace eterno hasta que entra del todo, entonces me concede un minuto para que me acostumbre a su tamaño y empieza a moverse despacio. Me tiene sujeta por las caderas y Rafa me aguanta los tobillos para mi comodidad ya que mis pies no alcanzan el suelo. No siento mi peso, levito en este onírico cuento de una princesa impura y tres gigantes. El dolor mengua y llega el placer.

Hasta aquí esta gran follada que me están haciendo mañana continúo.

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