martes, 30 de octubre de 2007

Aventura a Cuatro Bandas 2ª parte

Segunda Banda


Bien aqui teneis la segunda entrega de la historia que os estaba contando ayer espero que os guste y la sigais leyendo.

Estaba disfrutando con aquel juego, con mi primera experiencia lésbica, pero lo interrumpimos cuando recordé aquellas dos deliciosas pollas que nos esperaban. Muy despacio, para darles tiempo a que gozaran del suave balanceo de nuestros cuerpos desnudos, nos dirigimos hacia el sofá donde ellos seguían sentados.

- Ahora vamos por vosotros, chicos - dije, al tiempo que guiñaba un ojo a Mónica.

Ella me devolvió el guiño y se encaminó hacia Luís. Yo me senté sobre las rodillas de Oscar, nos besamos en la boca y con la mano agarré su polla corta y gorda. La tenía caliente y con la punta algo pringosa, por lo que no perdí el tiempo y, agazapándome entre sus piernas, empecé a chupar aquel líquido que tanto me gustaba. Pasé la lengua por todo su capullo, relamiendo con golosa lujuria la gotita que asomaba, haciendo que él jadease de gusto. Después empecé a meterla en la boca, poco a poco, al tiempo que acariciaba sus suaves testículos. Giré un poco el cuello y, sin dejar de chupar, observé que Mónica ya tenía en su boca la polla de Luís, metiendo y sacando a intervalos regulares, mientras él echaba atrás su cabeza, apoyando la nuca contra el respaldo del sofá.

Cuando la polla de Oscar estaba ya “en su punto” decidí apoyar mis rodillas en el sofá y sentarme sobre ella. Su boca buscó voraz mi lengua al tiempo que sus manos recorrían ansiosas mis tetas. Con un movimiento hacia arriba me la clavó por completo, cortándome la respiración. Empecé a moverme arriba y abajo, cabalgando sobre su gruesa polla.

Miré a la derecha y vi que Luís había colocado a Mónica de rodillas en uno de los sillones. La penetró por detrás, abriendo sus blandas carnes con un solo impulso de su polla. El grito de ella se oyó claramente en todo el local cuando sintió el miembro en sus entrañas y luego acomodó sus jadeos a los envites de él. La verdad es que era delicioso sentir la polla de Oscar dentro de mí, mientras observaba de reojo como Luís se la metía entera a mi amiga. Oscar me chupaba las tetas y me mordía los pezones, mientras que yo botaba y rebotaba sobre su polla, rozando también mi excitado clítoris contra su pelvis. La sensación fue tremenda y acabé por tener un orgasmo, que disfruté con su polla clavada totalmente.

- ¡Ahhhhhh! ¡Qué gusto! ¡Qué placer! Sí, sí, me corro... - acerté a decir cuando llegué al clímax.

Me quité de encima de su polla y elegí otra postura, sentándome en uno de los brazos del sofá, al tiempo que indiqué con un gesto de mi dedo a Oscar que se acercara para follarme un poco más. Entre tanto Luís seguía follando el peludo coño de Mónica, sin dar tregua a la chica, que no paraba de gemir y de gritar. Oscar apoyó la punta de su miembro en mi entrada y empujó, metiéndomela con facilidad. Agarré sus tetillas y vi como sus ojos se ponían en blanco, al tiempo que decía:

- Quiero follarte entera, me gusta, me gusta...

- Sigue, sigue. Quiero que te corras - contesté, con el propósito de excitarle un poco más.

Un último apretón en sus tetillas y él gimió, respiró hondo y me la clavó hasta el fondo. Sentí en el coño la agradable sensación de su leche calentita.

Cuando la sacó acerqué la boca a su polla y chupé las gotas que aún salían. Su semen no tenía el mismo sabor que el de Rubén, pero no por ello me resultó menos exquisito. Me llené la boca con él y, al mismo tiempo, vi que Luís, que ahora estaba encima de Mónica, se apartó un poco y empezó a correrse sobre su cara y sobre sus tetas, entre gemidos de placer de ambos.

Cuando hube acabado con la polla de Oscar le propuse que nos preparase algo de beber y observé que Mónica aprovechaba para coger unas gotas de semen con los dedos y llevárselas a la boca. Después repasó con su lengua los restos de leche que había en sus labios y quedó como sin sentido.


Tercera Banda


Con unos cubatas preparados por Oscar nos tumbamos los cuatro en la colchoneta grande. Estábamos en cueros y yo me tumbé entre los dos chicos, mientras Mónica descansaba a nuestros pies, tumbada boca arriba y con las piernas algo separadas.

Pude ver su raja enrojecida a través del bosque de pelos. Los dos chicos dormitaban y habían apoyado la cabeza entre mis hombros y mis tetas, mientras yo acariciaba con cuidado sus espaldas.

Así, inmóvil, no tardé en quedarme dormida, entre los cálidos cuerpos de ellos. No sé cuanto tiempo pasó cuando empecé a notar un hormigueo por todo el cuerpo. Sentí que algo cálido y húmedo ascendía por mis muslos, mientras una mano ágil me acariciaba en ombligo.

Desperté y vi que tenía a los dos chicos tal y como yo les había dejado, cogido cada uno con uno de mis brazos. Justo entonces sentí un verdadero calambre, cuando aquella lengua cálida (que no podía ser otra que la de Mónica) rozó mi clítoris.

El cuerpo se me arqueó y clavé las uñas de ambas manos sobre las espaldas de ellos. Este gesto los hizo salir de la somnolencia en la que estaban. Se incorporaron un poco y, viendo lo que estaba pasando y excitados por mis gemidos, aplicaron sus lenguas sobre mis dos pezones.

La sensación fue increíble: tres lenguas voraces devoraban los lugares más eróticos de mi cuerpo. Liberé los bazos y alargué las manos hasta la entrepierna de los dos chicos, hasta llegar a manosear dos pares de cojones. Las pollas de ellos se pusieron duras de nuevo. Cogí una con cada mano y les propiné un lento meneo. Las lenguas no paraban de juguetear con mis puntos erógenos, provocándome una sensación de lo más placentera. Especialmente la lengua de Mónica se mostraba efectiva, lamiendo las paredes del coño y relamiendo con golosa lujuria el clítoris.

Al poco noté que Oscar dejaba de chupar mi pezón izquierdo. Se levantó y fue a colocarse detrás de Mónica.

El grito apagado de ella indicó que se la había metido. La chica jadeó y yo sentí su aliento caliente en el coño, ya que no dejó de chupármelo.

Después Luís acercó su polla a mi boca, con la inequívoca intención de que se la chupara. Lo hice sin demora, saboreando sus fluidos que ya empezaban a abrirse paso por la punta de su capullo. Aquello era maravilloso: mi boca saboreaba la polla de Luís, mientras la boca de Mónica me comía el coño y Oscar la penetraba desde atrás sin parar. Como la polla de Luís era algo más larga que la de Oscar, pude aplicar mi boca sobre la mitad superior de la misma (sobre su capullo húmedo especialmente), al tiempo que mi mano izquierda meneaba la base y acariciaba sus cojoncillos.

En ese momento estaba excitadísima y solo quería ser follada por una buena polla. Empujé a Luís sobre la colchoneta y me puse sobre su pene erecto, que apuntaba hacia el techo. Clavé aquello en mi carne y gemí de gusto. Estaba casi en vertical y subía y bajaba sobre su miembro, con las manos apoyadas en su pecho. En esas estaba yo, cuando escuche a Mónica decir:

- Siii... ¡Ahh...! Ya me viene... Y se corrió con chillidos de placer. Debió ser un orgasmo intenso, a juzgar por la intensidad de sus jadeos.

Por mi parte yo estaba en la gloria, cabalgando sobre la polla de Luís y gimiendo al ritmo de las entradas y salidas. Aunque ya quedaban pocas cosas capaces de sorprenderme, reconozco que quedé un poco descolocada cuando la mano de Oscar se apoyó en mi nuca y me empujó ligeramente hacia delante. Seguidamente aplicó un dedo en mi ano, provocando en mí una deliciosa sensación.

- Sigue, sigue, sigue tocándome el ano. Ummmm, me gusta. Metió un poco el dedo en mi ano, haciéndome gritar de gusto, para acto seguido notar su lengua muy mojada de saliva sobre ese punto. Empecé a comprender lo que se proponía, pero como la idea me apetecía muchísimo, no puse la más mínima objeción.

Así las cosas, mientras me clavaba sobre la polla de Luís y mientras Mónica (recuperada ya tras su orgasmo) unía su lengua a la mía y la hacía vibrar, sentí el duro pene de Oscar en mi ano. La sensación fue indescriptible, algo dolorosa al principio, pero maravillosa en cuanto él entró del todo. La sensación de las dos pollas que me follaban se juntó dentro de mí y grité como una loca, sin dejar de chupar los labios y la lasciva lengua de mi amiga. Gemí y supliqué a mis dos campeones:

- ¡Más, más, quiero más! Ahhh, no paréis de follarme.

Evidentemente no pararon y el doble mete-saca de sus pollas en mi cuerpo, sumado a los pellizcos que Luís me daba en los pezones y a la lengua voraz de Mónica, hicieron que mis sensaciones se disparasen. El orgasmo fue realmente espectacular y el cuerpo se me estremeció. Me corrí entre gritos de placer y las piernas dejaron de sujetarme. Caí hacia un lado y las dos pollas, que tan bien me habían follado, salieron de mis agujeros.

Pero aún estaban calientes e insatisfechas, por lo que Mónica decidió ocuparse de la de Oscar. Él se puso de pie y ella se arrodilló ante su polla, metiéndosela en la boca. Tumbada, tratando de recuperarme del placer intenso que había sentido segundos antes, pude ver como se la chupaba en toda la extensión. Entre tanto Luís se había arrodillado sobre mí y se hacía una paja. Ambas pollas estallaron casi a la vez. Los jadeos entrecortados de Oscar delataron que estaba a punto de correrse y así lo pude ver. Se corrió en la boca de Mónica, mientras decía:

- ¿Te gusta mi semen? ¿Te gusta mi lechecita? - Claro que me gusta. ¡Me encanta! - contestó ella, con la boca llena del chorreante producto de su orgasmo.

Mónica lamía y chupaba su abundante corrida, mientras un grito de Luís me hizo comprender que se iba a correr sobre mí. Alce un poco la cabeza y entreabrí la boca para recibir su caliente regalo. Su capullo se hinchó un poco más:

- Ya, ya, yaaaa. ¡Me corro, me corro!

Soltó un buen chorretón blanco y caliente sobre mi cara y mi boca, que yo saboreé con satisfacción. Seguía corriéndose cuando introdujo su polla palpitante en mi boca y yo tragué aquel semen, de sabor algo más amarguzco que el de Oscar, pero afrodisíaco y delicioso al fin y al cabo. Cuando acabó de correrse se apartó de mi boca, lo que aprovechó Mónica para lanzarse sobre mi cara.

Ella tenía bien visibles los restos de la corrida de Oscar en sus labios y boca y en mi cara y labios también quedaba buena parte de la de Luís. Nos dimos un morreo increíble, mezclando con nuestras lenguas el esperma de los dos chicos, los cuales estaban sentados y miraban muy satisfechos. Nuestras lenguas se afanaron por llevarse la mayor cantidad posible del delicioso semen. Relamí con lujuria aquellos labios carnosos, consiguiendo mi recompensa en forma de leche aún calentita. La mezcla de ambos fluidos tenía un sabor especial, intenso, delicioso. Abracé a Mónica y ella hizo lo propio. Su deseable cuerpo conservaba el calor de la excitación. Nuestros ojos coincidieron, sonreímos y así tumbadas, nos sumimos en la más absoluta relajación, olvidándonos, por un momento, de los dos chicos que estaban allí.

Bien aquí termino la segunda entrega de la historia mañana os la termino de contar y aun es mucho mas interesante así que seguir leyéndola.

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