lunes, 12 de mayo de 2008

Fiesta Del Pijama 2ª Parte

Bien aquí sigo con lo que le hicimos a Vanesa.

Le dije a Mely que la agarrara y yo fui a su raja. Se la besé y acaricié, y le metí la lengua, pero no era eso lo que quería. La metí un dedo de golpe y empecé a removerlo dentro. Vanesa gritó y nos suplicó que la soltáramos, se le habían humedecido los ojos y le caían lágrimas por las mejillas, pero eso solo hizo que nos excitáramos más. La metí dos, tres dedos, y empecé a follarle el coño con ellos, con fuerza, arrancándola gritos y jadeos. No parábamos de insultarla y de preguntarla si le gustaba, si estaba disfrutando, si la follaba así su novio. Su coño se empezó a mojar y le llevé mis dedos empapados a su boca para que me los chupara. Lo hizo con repugnancia, mientras Mely me besaba y me lamía las tetas con deseo.

Le dije a Mely que la agarrara mientras iba un momento a mi habitación. Volví con un consolador, y me encontré con que Mely le había sacado las tetas fuera del sujetador y se las estaba lamiendo, mordiéndole y pellizcándole los pezones con fuerza, y a Vanesa gimoteando como una perra. Conseguimos, a pesar de sus tirones y súplicas, ponerla a cuatro patas; yo me encargué de agarrarla de los brazos y Mely se dedicó a penetrarla el coño con el consolador. Es un consolador bastante grande, más que una polla de tamaño normal y Mely se lo introducía hasta el fondo con furia, estaba disfrutando tanto como yo. La follaba con él como si fuera una polla de verdad. Vanesa se revolvía y gritaba, y yo tenía que agarrarla con fuerza y golpearla la cara con violencia para que se callara y se calmara, diciéndola que si se relajaba y disfrutaba de la experiencia sería mucho mejor para ella. Por fin se fue relajando poco a poco, quizá se estaba quedando sin fuerzas o quizá se había corrido y su cuerpo se relajaba. Mely me lo confirmó enseñándome el consolador empapado y goteando fluidos.

Decidimos cambiar los puestos, y Mely se encargó de agarrarla, aunque ya no era necesaria tanta fuerza y la movimos para que pudiera tumbarse delante de ella, colocándole su coño a la altura de la cara de Vanesa. Yo la agarré de las caderas y le di cachetes en las nalgas hasta que se le pusieron rojas, diciéndole que le comiera el coño a mi amiga. Nos costó algo convencerla, pero al final abrió la boca con repugnancia, sacó la lengua y empezó a chupárselo. Mely la agarró de la cabeza y se la hundió bien en su coño, mientras me decía que se lo estaba haciendo muy bien, que era una puta que deseaba comer coños.

Yo empecé a rozarle el agujero del culo con el consolador. Vanesa apartó la cabeza del coño de Mely y pegó un grito suplicando que en el culo no.

–Que raro, antes nos contaste cómo te gustaba que te enculara tu novio.

-¡Era mentira!...por favor…soy virgen de ahí…

Aquello me excitó con locura y empecé a presionar la cabeza del consolador contra su agujero, gritándola que le comiera el coño a Mely. Lo tenía muy cerrado, y decidí escupirlo y dilatarlo un poco con mis dedos. Ella se agitaba aterrorizada, pero Mely la tenía bien sujeta y la sujetaba la cabeza para que no gritara y no pudiera hacer otra cosa que comerle el coño. La metí un par de dedos para dilatarlo, pero era difícil, se encogía por la tensión de su cuerpo. Cuando lo tuve bien empapado de saliva probé otra vez con el consolador. Esta vez la cabeza entró fácil, y empecé a presionar lentamente.

Con la boca en el coño de Mely, Vanesa gemía y gimoteaba sin parar. Mi amiga empezó a agitarse y se corrió en su boca, obligándola a tragarse todos sus líquidos, pero no la dejó que sacara la lengua de su coño, quería más.

Yo le metia el consolador más y más dentro hasta que entró entero, y lo dejé ahí un momento para que lo sintiera llenándole el culo. Me acerqué a Mely y la besé con locura en la boca. Volví al culo de Vanesa, dispuesta a follárselo con el consolador. Se lo fui sacando lentamente, que notara cómo se deslizaba por su interior y se abría paso entre las paredes de su ano. Cuando lo saqué tenía algunas gotas rojas en la punta, y el culo se veía muy abierto y dilatado, así que empecé a meterlo y sacarlo, despacio al principio, pero más rápido y fuerte cada vez. Mely, entre gritos y espasmos, se corrió otra vez en la boca de Vanesa y esta no paraba de convulsionarse, hasta que fue parando poco a poco, y su cuerpo se relajó; dejó de agitarse, ya solo gimoteaba, con la boca llena de fluidos y el consolador entrando y saliendo de su culo. Cuando me cansé lo saqué y se lo llevé a su boca para que lo chupara. Esta vez no hubo que obligarla, ni gritarla, ni golpearla, lo chupó sin decir nada, mientras lloraba de vergüenza y humillación.

Decidimos dejarlo ahí, viendo cómo ya no quedaba rastro de su soberbia y desprecio. Se arrastró hasta una esquina de la cama y se quedó allí acurrucada sin decir nada, solo oíamos sus gimoteos. Mely y yo nos dimos placer aún un rato más, hasta nos quedamos dormidas la una en brazos de la otra.

Por la mañana nos duchamos las tres por turnos, Vanesa no nos habló. En su cara se veían la humillación y la vergüenza por lo que había pasado, pero de nuevo vi un rastro de su desprecia hacia nosotras. Esta chica no cambiaría nunca. Aunque estoy segura que en lo más profundo de su ser lo había disfrutado, quien sabe, quizá dentro de no mucho venía a mí humillada pidiéndome que organizara otra fiesta del pijama.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que rico masturbarse leyendo tus historias!!!