viernes, 28 de marzo de 2008

Noche de Verano 2ª Parte

Como os contaba en el capitulo anterior me fui con 4 sudamericanos a su casa para follar con ellos.

El "paso" a que estaba su casa se convirtió en dos calles primero y luego dos más. Justo cuando iba a protestar por lo lejos que estaba, Efraín, el mayor de todos ellos me dijo:

-"Marta, no será de esas putitas calienta braguetas ¿verdad? Muchachas lindas como vos hay muchas en España. Pero que tengan un bonito cuerpo y que estén dispuestas a pasar un buen rato con unos muchachos no hay tantas. Hay mucha puta que le divierte provocar a los hombres pero cuando llega la hora de pagar y ser jodida salen corriendo como zorras, en especial si son varios los muchachos a satisfacer y no somos tan blanquitos como ella ¿Eres tú una de ellas?"

Me paré en seco. Me acerqué a él, le puse sus manos en mi culo, le pasé mis brazos por su cuello y le di el beso más apasionado que fui capaz. En total no menos de diez segundos de lengua. Acto seguido cuando el resto jaleaba la acción, me desabroché el sujetador y sacándomelo por un tirante se lo entregué.

-"A lo mejor estás más tranquilo si tú me guardas esto. Luego, cuando hayamos acabado y hayáis quedado completamente satisfechos de mi, me lo devuelves"

Lo que conseguí con esto fue un acelerón en nuestro paso. Todos se pusieron alegres, soltando carcajadas, haciendo chistes y comentarios que por un poco por el alcohol y otro por el acento y las palabras empleadas no entendía en su totalidad.

Unos cien metros más allá Efraín se paró con dos hombres. El resto lo esperamos un poco más adelante. En seguida me rodearon junto a un portal los otros tres. Querían algo parecido a lo que había tenido Efraín. Evidentemente lo tuvieron. Iván, Daniel y Jonás aprovecharon mejor el momento de lo que lo había hecho Efraín. Apenas empecé a besar al primero, los otros ya recorrían con sus manos mi cintura. Cuando empecé a besar al segundo ya no llevaba las bragas y el vestido lo tenía alzado por la cintura. Empecé a tener orgasmos al sentir varias manos recorriendo mi cuerpo y luchando unas con otras por meter lo más posible los dedos en mi empapado coño. El tercer morreo fue con el más joven del grupo, Jonás. Al fondo pude ver cómo Efraín mostraba mi sujetador a los dos amigos que se había encontrado mientras miraban hacia donde estaba yo.

Unos dos minutos después, Efraín llegó a nuestra altura. Venía con los dos desconocidos; dos marroquíes de la misma edad que Efraín, que me comían con la mirada….

-"Ya vi que no anduvieron perdiendo el tiempo precisamente chicos. ¿Seguimos? Mis camaradas Mohamed y Abdalá vienen con nosotros"

En contra de lo que me hubiera gustado, los dos nuevos acompañantes no entraron en los relevos por meterme mano.

Por fin, llegamos. No me había dado cuenta pero no era la zona de la ciudad más visitada por mi. De hecho, era una de esas zonas que procuraba evitar incluso de día. El portal que nos metimos era como el resto de la calle; sucio y estrecho. Tras cinco escalones empezaba la escalera alrededor de un hueco donde debería haber un ascensor y que evidentemente no había. Me sorprendió el bullicio que se oía para ser más de las 4 de la mañana. Antes de llegar al segundo piso pude ver algunas puertas abiertas y gente, normalmente negros jóvenes hablando en voz alta unos con otros. El ambiente era muy cargado y había un olor muy característico, que sin llegar a ser desagradable, lo impregnaba todo. Como si a pesar de mi buena disposición, pensaran que todavía pudiera escapar, subimos en fila india; Iván, Daniel y Jonás por delante, yo en el medio, justo detrás de mí los dos marroquíes y cerrando el grupo Efraín.

-"Es ahí, Marta, la puerta de la derecha. Deténgase" La voz de Efraín sonó desde el fondo de la fila. Me paré delante de una puerta cerrada. Como en el resto de pisos, se oían voces en el interior. Jonás, Iván y Daniel se echaron a un lado esperando a que llegara Efraín. Los dos marroquíes quedaron junto a mi.

"Pues ya llegamos… Antes de entrar me gustaría pedirle una cosa, Marta. Mis amigos Mohammed y Abdalá están muy interesados en usted. Está demostrando ser una puta de las buenas. Les he contado el modo en que se ha manejado con los nosotros y no dan crédito; a mi me entregó el sujetador, a los muchachos les dio las braguitas. ¿Cómo no entregarles a ellos el vestido? En realidad la cosa no va de más de unos pocos minutos porque sospecho que en breves instantes se lo querrá quitar y ofrecernos ese estupendo cuerpo desnudo… Una vez queden contentos y satisfechos, tendrán mucho gusto en devolvérselo"

Estallaron en carcajadas. Yo también sonreí. "Así que los dos moros también me quieren follar", pensé. Me levanté la melena, me puse de espaldas y ofrecí mi cuello a Mohammed. Este soltó el nudo y tras arrastrar los tirantes sobre mis hombros, el vestido cayó al suelo. Ahora estaba completamente desnuda en el rellano de la escalera. Mis tetas, si bien no tan firmes como hace diez años, todavía luchaban decentemente contra la gravedad. Los pezones los tenía muy erectos. La parte de mi cuerpo que menos me gustaba, mi culo, demasiado grande para mi, para ellos era una de las que más atención despertaba. De seguido me giré y como había hecho con el resto, besé a Mohammed. Su piel era mucho más áspera que la de los sudamericanos. A Mohamed no tuve que llevarle sus manos a mi culo; él se sirvió. Note que sus dedos encallecidos eran mucho más gruesos que los de los otros. Sin embargo, apenas tuve que arquear las piernas para que dos de ellos penetraran en mi dilatado y mojado coño. A Abdalá le debió parecer demasiado largo el beso porque sin mediar palabra tiró de mi cintura hacia él. Todavía con los dedos de Mohamed en mi sexo, Abdalá me empezó a sobar las tetas mientras me llenaba la boca con su enorme lengua. A mis espaldas escuché como abrían la puerta de la casa….

No os perdáis como termina la fiesta con estos 4 sudamericanos y 2 marroquies.

No hay comentarios: